Apuntes sobre los
ajustes en políticas sociales durante el gobierno de Milei
1- (Algunos de los primeros despidos son de estatales) Quedarte sin trabajo sin justificativos. Interrumpiendo procesos laborales, planificaciones, y expectativas de quienes esperaban la llegada de algún servicio básico a sus barrios. Con la excusa del déficit a nivel macro, la situación era su reversa: se sostenían políticas sociales con bajísimos costos, precariedad de fondo de los dispositivos y de las condiciones de contratación laboral.
2- Te despiden con la
legitimidad de algunas palabras que
circulan: “todo lo público tiene que desaparecer”. Como se trata de palabras
sueltas que se encadenan con afectos oscuros no hay que buscarles coherencia ni teórica, ni práctica, ni exigirles ningún tipo de adaptación con lo real; hay que leerlas como armas que
se cargan anímicamente. Funcionan dialogando con los estados de ánimo, con los
terrores, los cansancios que se acumulan, la mala vida. Pero después tiene
efectos muy concretos. Detrás de esos despidos, la mira está bien apuntada y
dirigida: arrancar de cuajo las últimas frágiles raíces materiales de las
mayorías populares hasta que ya ni siquiera se lo pueda pensar cómo un problema
(ya ni siquiera como una presencia social).
3- (Las semanas previas) Semanas de terror al
cuadrado. Al estado anímico devastado
por la inflación y el agotamiento de estos años cada vez con mayor carga de
gestiones para sobrevivir, la victoria de Milei y su promesas de ajuste brutal
y ataques directos al Estado ( y en consecuencia a quienes trabajan y dedican su vida en sus
dispositivos) multiplico esos terrores,
produciendo una atención diaria torturadora.
Aquella espera cruel de noticias
que no llegan sobre cambios de funcionarios, directivos de empresas estatales
que no asumen, amenazas de despidos masivos, paralización de obras públicas, y
una serie de alarmas que se multiplican en forma de hashtag.
4- Los festejos de los despidos
inundan las pantallas. Vidas arruinadas de miles de laburantes celebrado por
otros laburantes.
Nada de esto se explica en el régimen
de obviedad, en esa oferta de oraciones posibles para relatar la coyuntura
política que copan las plataformas y distintos medios, que están siempre muy
lejanas del pulso y las investigaciones
sobre cómo vivimos las mayorías. Por eso lo absurdo de los móviles de
televisión entrevistando a laburantes en Constitución, donde se responde lo que
espera y habilita la misma obviedad.
5- Hay lenguajes, escenas, fuerzas
que vienen encadenándose. Uno de los últimos episodios: la pandemia y sus
efectos concretos, esos largos meses
donde algunos laburantes formales –no solo estatales- seguían cobrando y otros
no. Esas heridas después tuvieron sus efectos en el clima social. Son escenas
muy cercanas que permitieron en principio habilitar un enunciado electoral como
el de “la motosierra” que propone cortar y decirle “fuera” a una parte de la sociedad, y luego poner en
funcionamiento la estrategia actual de enfrentar a los laburantes entre sí,
para que el ajuste se resuelva en ese campo de batalla.
6- Más allá de la obviedad, esos
enunciados se alimentan umbrales sensibles que se fueron extendiendo y
habilitando a que el lenguaje político pueda decir: “la crisis se resuelve
despidiendo a parte de los laburantes”. Esas palabras puestas en serie que
motoriza la obviedad: “casta, kuka, ñoqui, que vayan a trabajar al sector
privado, que no vivan más de nuestros impuestos”; toman corporeidad en una guerra antes ya
declarada cuerpo a cuerpo. Todo se
presenta demasiado cercano y materialmente palpable. No es solo la quita de
subsidios y los demás salarios indirectos. Se pone en juego una ilusión mágica
de que si le vacías los bolsillos al que está al lado tuyo, esos billetes
aparecerán de repente en los tuyos.
7- Los despidos serán televisados y
militados desde las redes y medios de comunicación, exaltando esa conflictividad para que se
pudra antes por abajo. Esa fuerza laburante que militará los despidos, y que
también sufrirá la guerra inflacionaria y el ajuste (y la recesión que puede
traer posiblemente más despidos), se quedará, a falta de billetes, con ese salario
anímico: ver caer a ese edificio estatal con todos sus trabajadores
adentro.
8- La mezquindad, como mecanismos que primo en los últimos
años; un modo de lidiar con el ajuste
económico, vital, espacial. En ese escenario de belicosidad que habilita la
inflación y el ajuste, la mezquindad tuvo su doble mecanismo: uno que era
exclusivo de quienes detentaban espacios económicos, simbólicos, políticos que
cerraron filas para proteger lo que habían conquistado; y otro como mecanismo
subterráneo que se fue morfando sensiblemente vínculos y relaciones en medio de
esas disputas con recursos escasos. Este también es uno de los antecedentes
sensibles que se puede encadenar a la posibilidad de una fuerza social y
política que milita el ajuste para el otro.
9- La peor estrategia puede ser la
defensiva: quedarse en ese campo de batalla alimentando ese terreno bélico
traducido a la obviedad.
El ajuste se convirtió en un habito y en una subjetividad. No se
puede esperar que el cuerpo social encuentre un límite ahí. Es antes un
mecanismo devorador de imaginarios y
expectativas vitales, que siempre puede
inaugurar un escenario de belicosidad
nuevo.
10- La guerra no es entre dos bandos
claros. Están (y seguirán) las escenas de conflictos al interior de familias,
barrios, peleas en el tren, al costado de una manifestación. Pero no se trata
de una batalla entre libertarios y orcos. Se trata de una
intensificación de la belicosidad del ajuste y la inflación, con el detalle
cruel de encontrarle rostros cercanos
donde materializar el ataque. En ese enfrentamiento más que bandos se seguirán
encontrando escenas de soledad y desierto de imágenes políticas. Más que bandos
hay superposición de batallas diarias que hacen
imposible interpretar dos lados de la mecha.
11- Frente a un paro docente se
contraponen dos luchas cotidianas: la de un docente empobrecido hace años, y la de un laburante informal que tiene que
faltar (y por consiguiente que no ingrese dinero ese día) y resolver el cuidado de sus hijos. Pero no
son las únicas. Está la situación del chofer de una línea de colectivo que le
recargan su trabajo (que por el ajuste la empresa reduce coches y frecuencias)
se agarra a las puteadas con un laburante que espera hace 40 minutos el bondi
que lo lleve a las estación de trenes y por eso pierde el dinero que le ingresa
del presentismo; están las broncas acumuladas por las puteadas recibidas de
quienes atiende de modo presencial (o telefónicamente) servicios privados que
siempre privilegian las riquezas de las propias empresas; o quienes administran
servicios públicos que siempre están
respondiendo situaciones más complicadas con bajos presupuestos; están
las rispideces, chimes, roces constantes al interior de los laburos, que toman
la atención principal de la vida laburante (que se los puede escuchar en un
canto descoordinado en las charlas de vuelta en el tren, o en los audios de un
grupo de whatsapp) porque en la
informalidad de los laburos cada rol se está apostándose diariamente, o porque
en la formalidad de los trabajos se vienen empoderando a jefes gorrudos que
tienen vía libres para la arbitrariedad y verdugueo contante; están las
puteadas en un chino porque no da el saldo para pagar lo mínimo; están las
piñas de tránsito entre una moto que no llega a llevar todo los pedidos y una
Ford vieja llena de herramientas y laburantes;
son estas secuencias interminables
imposibles de reducir solo al conflicto que se genera en los cortes de calle
entre las organizaciones y quienes
tienen que llegar a su trabajo.
12- Esos choques son guerras de la
cotidianidad entre laburantes. Conflictos propios de esa movilización de la
vida que genera la precariedad, que siempre arma fronteras e inaugura
estratificaciones donde antes no los
había, generando una geografía de conflictividades que se modifica
constantemente.
13- La apuesta del gobierno de Milei es que gran
parte de los efectos del ajuste se resuelvan en ese enfrentamiento preexistente
entre los diferentes modos de vida. ¿Cómo pensar una politización, una
estrategia de lucha para que una convocatoria o un enunciado este a la altura,
no solo del enloquecimiento y el cansancio
de la vida cotidiana, sino de esos puntos donde se dan los roces y
conflictos entre los diferentes recorridos y gestiones que se acumulan en las
mayorías populares?
14- Si hay una ola de despidos en el
sector estatal, en distintos programas territoriales, de educación, de acceso a diferentes derechos, no habrá
nuevos empleos esperándonos. No existe el sector privado de la política pública
que tenga la experiencia y la inteligencia adquirida para intervenir en escenario
con problemáticas complejas.
Pero al mismo tiempo es imposible pensar está avanzada contra los
laburantes, sin dar cuenta en el desfasaje previo entre esos dispositivos estatales y las vidas
reales a quienes iban dirigidos esas políticas.
15- Más ajuste implica más gestiones,
un cuerpo social moviéndose constantemente, más estresado, más cansado. Esto
requiere de dispositivos a la altura de esa movilidad, porque de otro modo, la
política queda destinada a llegar
siempre tarde o esperando vidas detenidas.
No se actualizan la información, los diagnósticos ni las planificaciones para intervenir en
una sociedad cada vez más movilizada por el ajuste; porque no hay recursos
acordes para sostener investigaciones y dispositivos que puedan seguir el ritmo y las
mutaciones de las mayorías populares.
16- Esta ineficacia de
los diferentes programas y políticas en los últimos tiempos es algo que se
respira popularmente en los territorios. Y una de las principales causas es la
precarización que afecta tanto a los dispositivos como a sus laburantes. La condena a tener más de un trabajo para sobrevivir,
aumenta el cansancio y la quemazón para enfrentar cada uno de estos. A esto se
le suma el hecho que se sostienen los espacios con menos recursos. Por eso en
los últimos años se fueron reduciendo los niveles de intervención, de
participación en los espacios, y los modos de involucrarse de los propios
vecinos en los dispositivos.
17- En un contexto así llega la
avanzada contra el estado. En la época que más se lo necesitaba, cuando se lo
requería con una investigación y una escucha más atenta sobre cómo viven las
mayorías. Para que sea más eficiente esa intervención, más que desmantelar, había que mejorar las
condiciones materiales (tiempos y recursos concretos en los territorios) de
esas políticas. En cambio, la moneda salió para el otro lado: se votó borrar
ese mundo y la sensibilidad que lo habita.
18-
Los despidos están siendo televisados. Los anticipa en la noche
previa a la Navidad el Presidente en
prime time; con una gran sonrisa y sin
escrúpulos, unos periodistas consideran al recorte del estado como la gran
noticia; ante los precios que se disparan y hacen imposible una cena en las
fiestas, los anuncios de despidos, se replican y festejan en la calle como
inyección anímica. En está tortuosa
escena: diariamente nos desayunamos aquellas noticias que deliran nuestra
desocupación.
1 comentario:
Muy buen artículo ! Gracias
Marisa Daud
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