Hace
un tiempo nos invitaron del Bachillerato Popular Amaycha, de Hudson (http://www.colectivojuguetesperdidos.blogspot.com.ar/2012/05/amaycha-el-miercoles-pasado-1605-nos.html).
Entre esa visita y los posteriores diálogos con la gente del Bachi y entre
nosotros, salieron estas notas rápidas que compartimos, a modo de apuntes de
una elaboración permanente…
Un cambio de pantalla. Cómo nos formamos, para qué tipo
de trabajos, cómo es que las instituciones (aquellas estatales y las no
estatales) se ligan a un modelo productivo, económico, de país, así como
también a la sociedad, a las iniciativas de la población, a las diferentes
movidas sociales y políticas…
Podemos ver, como muchos nostálgicos que extrañan los
Industriales, una degradación… “Ya los colegios no son lo que eran, no
sirve, no se enseña nada, no sirve lo que enseñan…”. No discutiremos el nivel de
verdad de esas frases, ni su sentido. Pero también podemos ver la mutación no
como una degradación o un paliativo sino como nuevas formas institucionales, nuevas formas
pedagógicas, más a tono con lo que una época requiere, más a tono con lo que se
puede hacer en/de las condiciones de vida actuales. Un bachillerato popular,
con programas permeables a las necesidades de los pibxs y adultos que
concurren, con docentes ávidos de nuevas formas de aprender y enseñar, nuevas
temáticas y problemáticas, etc., son formas positivas y “productivas” de
trabajar, de educar y de aprender… los conocimientos y prácticas que aprendemos
en una institución así son tan útiles como, por poner un ejemplo tosco pero
ilustrativo, aquellos que se impartían en el colegio industrial que muchas
veces se extraña o a cuya ausencia se culpa de la “incapacidad” de los pibes
que salen de la escuela… (lo de “Industrial” es un ejemplo).
La escuela en todos lados. Las instancias de aprendizaje hoy
no se encuentran solo en la escuela o el colegio. Seguramente nunca se aprendió
solo en la escuela, pero sí es verdad que la “ficción” escolar, o la imagen de
la escuela como institución social eficaz, hoy hace agua por todos lados. Desde
los contenidos hasta lo edilicio, pasando por la subjetividad del docente y del
alumno. Aprendemos en las changas y trabajos, en los clubes, en los tiempos
libres, en los recitales o canchas, en los “galpones” escolares, o en los
recreos de las escuelas “que funcionan”. De vuelta, siempre se aprendió en esos
lugares e instancias, pero al menos ese aprendizaje no estaba ligado –en el
relato, en el imaginario, etc. – a lo que era socialmente útil aprender,
a lo legitimado… Hoy, en definitiva, la forma de vida que llevamos nos
proporciona una información que no dejamos de lado nosotros a la hora de
trabajar o buscar un empleo, por ejemplo, y que, y he aquí la paradoja, tampoco
dejan de lado quienes nos emplean.
Bachilleratos populares. ¿Cómo pensar en este marco a los
Bachilleratos Populares? ¿Qué se aprende en un BP? Una institución armada en y
desde la precariedad, pero entendiendo la precariedad no como falta de
recursos, o provisoriedad, sino en su doble condición de fragilidad y potencia.
El BP asume la precariedad como campo de juego de la época y construye ahí (un
mundo de sentido, una institución, un programa de estudio, condiciones para
estudiar y aprender, etc.). Es una institucionalidad permeable, no cerrada, al
campo de juego de la época, a sus novedades, sus “mutaciones” y condiciones
reales y materiales. Como tampoco se cierra a la fragilidad, al andar con
cuidado, a la obligación de pensar todo sin recetas fijas sino poniendo al
máximo la capacidad de innovación y experimentación. Sin embargo, no es algo
“provisorio hasta que vuelva o se arregle la escuela pública”, sino que es una
construcción y una apuesta firme. Una realidad que llegó para quedarse.
A su vez, y pensando desde la idea de Currículum Oculto, nos
preguntamos ¿Qué usos hace el Estado de los BP? Por un lado los piensa como
paliativos, o cómo necesarios soportes del desfondamiento de la escuela
tradicional, pero también se
encuentra en ellos con un “recurso humano” sumamente potente; por la politicidad
de quienes lo gestionan (con la consecuente disponibilidad anímica y corporal),
por la creatividad, por el laburo no rentado o que nunca va a poder ser rentado
bajo la forma salarial tradicional.
Esta situación habla quizás de la mutación del Estado en las últimas
décadas. No nos interesa plantear la cuestión en términos de un Estado malo que
funciona explotando los saberes sociales, pero si podemos pensar esta situación
como una condición de época; ¿Estado o Instituciones estatales cínicas quizás?
En la retorica estatal actual, se pueden mencionar el éxito en la entrega de
computadoras, el aumento de la matrícula escolar, la vuelta del Estado en la construcción de
escuelas, etc. Pero sin enunciar que estos discursos descansan -en gran medida-
en la materialidad de instancias como los Bachilleratos Populares o las
Escuelas de Gestión Social…y en los cuerpos, deseos, fuerzas, saberes, y datos
sensibles de los pibes y pibas o adultos que cotidianamente los sostienen. El
estado necesita la mezcla –potente por su multiformidad, y problemática- de trabajo, compromiso, apostolado,
militancia, apuesta política, ganas sin más, que porta en sus nervios
cualquiera que dedica tiempo a los BP…
Y otra pregunta se desprende y queda circulando, ¿Cómo
valora un estudiante de un BP la formación que recibe?, ¿Hace únicamente un uso
instrumental del espacio “voy ahí porque es piola, o porque le ponen onda, o
porque me queda cerca y es más fácil”?, ¿O hay composición, gestión
compartida del lugar, “participación”?
Si el docente de un BP no es únicamente docente –en su forma
clásica-, si el Bachillerato no es únicamente reemplazo de la Escuela, tampoco
el estudiante que asiste es únicamente estudiante. Más que los contenidos, o
quizás a la par, estas cuestiones constituyen una tarea pedagógica necesaria…
¿Qué estrategias desplegamos para no reproducir únicamente
la forma de la escuela?, ¿Cómo gestionar los cuerpos, los ánimos, los deseos de
los que asisten sin caer en el formateo de cuerpos que realiza lo escolar?, ¿Cómo logramos la
atención de los pibxs o adultxs?, ¿Cómo crear un orden distinto a la disciplina
escolar tradicional?, ¿Cómo experimentar en estos espacios si en muchas
ocasiones los estudiantes habitan un bachillerato popular con la lógica de un
aula de escuela?
Ambigüedad del Currículum Oculto. Por un lado está
formado por los saberes, informaciones que fuimos forjando en nuestra vida y
que nos ayudan no solo a sobrevivir sino también a armarnos de un proyecto de
vida, y también a aguantar y soportar los garrones cotidianos… Pero también el CO es aquello
de lo que se agarran los empleadores y usan “en nuestra contra”. Te pago menos
y te doy cincuenta trámites más, total sé que vos sabrás cómo manejarte, que
vas a poder andar a mil en una moto, porque eso “lo sabés”, que vas a desplegar
tus “tácticas” de aguante con otro cadete y que se van a hacer la segunda… Y
todo esto no entra en el recibo de sueldo, obvio. He aquí cómo el currículum
oculto se lee desde el punto de vista de la explotación.
Por otro lado, desde este lado, el currículum oculto
como las informaciones sensibles de la época y de la forma de vida que
llevamos, también tiene sus puntos oscuros: hoy no están a nuestro alcance
muchas formas organizativas y de lucha que en otros momentos funcionaban (saber
organizar una huelga, armar una comisión interna en un lugar de trabajo, armar
una negociación colectiva, pararse de cierta manera frente a los jefes)… Y eso
es algo que también los empleadores “saben” y utilizan a su favor.
Es decir, planteamos hoy, visibilizamos, problematizamos, la
presencia y actualidad de un Currículum Oculto muy complejo, que juega a favor
y en contra, que es usado por nosotros y por quienes nos convocan para un
laburo, que nos salva y que nos condena… Imposible, para nosotros, escapar a
esta compleja realidad a la hora de pensar y activar cuando se habla de
Trabajo.
Mundo laboral. La pregunta es cómo partir de esta
materialidad a la hora de pensar de manera copada y potente qué podemos hacer
con el mundo laboral, cómo podemos transitarlo sin desgastarnos ahí, cómo
buscarle la vuelta y que trabajar sea menos garrón de lo que es, cómo tratar de
que reconozcan todo lo “no-laboral” que un patrón nos pide (la “buena onda”, la
sonrisa institucional, la predisposición full time, que le “prestemos” a la
tarea laboral muchas de nuestras habilidades y formas que creamos en nuestro
“tiempo libre”…).
Asumiendo este piso es que planteamos la necesidad de
re-pensar el Trabajo, pero también las formas organizativas: sindicatos,
movidas para defender los laburos, maneras nuevas de trabajar (cooperativas,
grupos de laburo) y también nuevas formas de formarse y aprender (Escuelas de
oficios, bachilleratos populares, cursos de formación, etc.).