Leandro Barttolotta es sociólogo y trabaja de docente en el conurbano bonaerense y en educación a distancia y es el autor de Saldo negativo, un libro publicado recientemente por Editorial Sudestada. La potencialidad de la crónica, como las que se vierten en este libro, es que se alejan de las construcciones de escritorio, de aquellas propuestas que dan soluciones taxativas con prismáticos y apuntes a problemas que desconocen. Obligan a quien las escribe a circular, caminar, a enlodarse, a fisgonear por calles repletas de leyendas inauditas, religiones paganas y fábulas inasibles. Con las crónicas las voces acalladas por el ejercicio de una ignorancia selectiva encuentran un canal de expresión, un cable que los conecta con el verbo y el fraseo, y así los cuerpos se materializan, las víctimas y victimarios se nombran, se conocen, se disfrutan y se padecen, dice The Walking Conurban en el prólogo. En diálogo con Sudestada, Leandro nos contó el proceso creativo y algunos detalles sobre la escritura de este libro.
Por Natalia Bericat para la web de Editorial Sudestada
Primero preguntarte por el género crónica. ¿Qué aportó en el proceso de escritura de estas historias?
Me parece que tanto el género crónica como el género ensayo, que son como dos modos de expresión de la escritura en la que uno habitualmente se siente como más cómodo, permiten como una amplitud de movimientos y como un margen mucho más amplio al momento del registro, de la percepción, de ir como tratando de registrar cierta escucha y ciertos movimientos del orden de lo sensible. Me parece que tienen algo de eso. No sé si la definición sería una plasticidad. Por eso mismo, también me parece que se discute tanto cuáles son los límites. Una discusión que no sé si tiene mucho sentido: hasta dónde crónica, hasta dónde ensayo, hasta dónde más investigación de otro tipo y demás.
Un poco en la introducción al libro, lo que digo es que en la relectura de esos textos que se escribieron a lo largo de más de diez años y por ende van mostrando también, no sé si la palabra es aprendizaje, pero sí cierta incorporación por un lado de elementos del periodismo narrativo, o sobre todo de cierto trabajo de producción más, si se quiere, periodístico. Pero me parece que cuando los textos se van sucediendo, y van también ahí intentando buscar una forma propia o conquistar un tono propio, no sé si es por cómo se dice, la deformación profesional o el registro que uno tiene tan incorporado. Yo lo pienso más como crónicas sociológicas, si se quiere, que por momentos intentan tener un tipo de registro más estrictamente periodístico. Por otro, como que rosa, o hay ahí cierta proximidad con una escritura, si se quiere, política o más de intervención pública. Ahí lo digo como momentos en que se escribe con los dientes apretados, momentos más de relajarse y hasta entretenerse y largar alguna carcajada.