domingo, 19 de septiembre de 2010

¿Cuánto soportamos por la puta guita?

Sobre el garrón laboral


Partimos de una certeza: ir a trabajar es un garrón (El malestar laboral…). Pero, ¿Qué es trabajar en las sociedades actuales?, ¿Qué es trabajar para los pibes y las pibas?, ¿Qué imágenes portamos de los trabajos?
Digamos que si no pensamos nosotros estos momentos laborales, si lo hacen las empresas y las publicidades…

¿Cuánto soportamos por la puta guita?


En la actualidad el trabajo no es “el ordenador social” principal de nuestra vida y de nuestro tiempo. Por más que “trabajar” nos secuestre la mayor parte de nuestro tiempo vital, el sentido esta en otro lado (los deseos también). El trabajo no nos otorga una identidad social relevante. No somos metalúrgicos, mecánicos, choferes… A lo sumo, trabajamos de…

Albañiles o ayudantes en obras en construcción, repositores o cajeras en supermercados, encuestadorxs, promotorxs, empleadxs en call center, cadetxs, motoquerxs, empleadxs de Mc donalds, empleados de agencias de seguridad privada, policías, patovicas, modelos, cooperativistas…(No somos ilusos; en este heterogéneo y multicolorido mercado laboral precario se actualizan las diferencias de clase, las “competencias adquiridas”, los contactos…, el color de piel, la “buena, mala o excelente presencia”- el tamaño de las tetas o el culo, los buenos modales…-). Rectifiquemos una cuestión: si somos algo, trabajadores precarios. Pero más allá de esta cartografía de empleos para jóvenes, hay un punto central: Trabajar para nosotros es otra cosa. Está claro que no es el medio para acceder al reconocimiento social. Hoy en día se reconocen otros signos (los del consumo: las llantas caras, el próximo-nuevo celular, el auto de las publicidades…). No encandila el sacrificio del “gil trabajador”, sino las habilidades del que “la hizo bien”.


Si lo principal es la puta guita se desfonda la idea de trabajo, vamos detrás del ingreso económico…

El tándem trabajo/ ingreso económico se desarticula. Queremos el ingreso (la puta guita) no trabajar. De nuevo: trabajar es un garrón.

Pero no queda otra: para llegar a la guita de fin de mes, tenemos que soportar ese trabajo que ya no significa nada, que aparece como un tiempo vacío y homogéneo: solo un medio, solo unos cuantos días y horas que pasan por nuestro cuerpo hasta que nos dan la puta guita.

Pero, ¿Qué hacemos en ese tiempo laboral?, ¿Cómo lo procesamos?, ¿Como lo habitamos?, ¿Qué estrategias desplegamos en él? , ¿Cómo lo significamos? ¿Lo podemos convertir en tiempo productivo –creativo, no mercantilizable?... ¿Con que armas contamos en estos espacios laborales?, ¿que “respuestas” desplegamos? ¿Qué saberes sacamos del fondo de los bolsillos? , ¿Cuándo aguantamos?, ¿Cuándo soportamos?, ¿Cuándo muleamos?, ¿Qué temporalidades y espacios creamos dentro de lo dado? ¿Qué intensidades circulan por esos espacios?, ¿Qué imágenes se crean en estos flujos de tiempo?...

Los trabajos pueden devenir verdaderos campos de batalla en donde se actualizan las lógicas de poder que circulan en la sociedad. En el trabajo aparecen los diferentes fondos de pantalla sociales: el desierto (la lógica de la indiferencia), la selva (el canibalismo del “empleado del mes”, el individualismo, la autogestión…), las publicidades de energizantes (cuando convocan a toda nuestra fuerza vital para “rendir mas”)…Pero también en el trabajo se crean trincheras que nos encuentran con otros… (Aquí se dan escapes, huidas que a veces devienen fugas y creación de espacios nuevos para habitar…).


En los trabajos podemos mulear o soportar (estos momentos siempre son individuales), aguantar (la creación de nuevos espacios y temporalidades…siempre requiere del otro…) y también podemos ser indiferentes de dos maneras; una indiferencia reactiva (la del poder; ser indiferentes a la situación de los otros, ser indiferentes al malestar de nuestros compañeros de laburo, pero también a nuestro propio malestar-medicalizandonos para seguir…-) y una indiferencia activa; la que desoye a la autoridad o a los mandatos sociales publicitarios.

Cuando somos indiferentes a las exigencias de trabajar hasta estallar, cuando somos indiferentes a los imperativos de “saltar únicamente por nosotros”, cuando nos resbala una orden….en estos momentos somos indiferentes al poder. Desfondamos al trabajo instituido. “me chupa un huevo ser empleado del mes”, “no me interesa matarme para recibir la palmada en la espalda del jefe”, “no me quiero arruinar la cabeza y el cuerpo para poder comprarme el ultimo celular “…Estos desconocimientos de la autoridad son como reinvenciones contemporáneas de las respuestas de Bartleby, son los preferiría no hacerlo que tenemos a mano. Existen momentos en que estamos imposibilitados de saltar en banda o de hacer visible nuestro malestar a los gritos. Hay momentos en que con suma amabilidad desconocemos una normativa o un mandato. (Cuando decimos que si a una orden, pero la incumplimos…). En la actualidad, las “resistencias” no son únicamente la de los sindicatos o las de los trabajadores en asamblea; también hay micropolíticas de resistencia, también hay huidas que a veces terminan en algo copado.

Trabajo/Vida.

En esta época (en la que junto al “trabajo esclavo” existe “el trabajo cognitivo”), esta frontera está cada vez mas diluida. Existen nuevos de modos de producción que hacen que diferentes instancias de la vida cotidiana sean momentos en que se reproducen lógicas de mercado. Muchas veces somos empleados sin saberlo. ¿Cuándo estamos trabajando? ¿Cuándo dejamos de trabajar? Se diluyen los umbrales de los que era denominado trabajo. Estamos permanentemente movilizados por el mercado (publicidades, trabajo del consumo: mirar televisión, navegar en la web, comprar un celular…). ¿Cuándo pongo un comentario en la web sobre una marca que me agrada no estoy trabajando?, ¿y cuando brindo información de mis gustos en un focus group para una nueva publicidad?, ¿Y cuando opino sobre un nuevo producto? El trabajo inmaterial se alimenta de deseos, anhelos, gustos, elecciones y miradas…El mapa de “trabajos contemporáneos” es tan amplio que sus contornos se vuelven difusos. Nosotros como pibes tenemos un lugar relevante en esta cartografía. En el caso de la publicidad, los medios de comunicación y el consumo mucho de eso que llamamos vida (para diferenciarlo del tiempo social disciplinado por el laburo) esta auguereado, atravesado, conectado con diferentes lógicas de reproducción económica…Pareciera que nunca estamos realmente off-line , este mundo, esta empresa, esta mundo de hoy…


El malestar laboral.

Repitamos una vez más la certeza con la que partimos: trabajar es un garrón. Esta certeza habla del malestar laboral. ¿Cómo procesamos ese malestar laboral?, ¿Qué hacemos con ese garrón?

Cuando soportamos, privatizamos ese malestar. Ese soportar para seguir es una forma reactiva de mitigar el dolor anímico y la depresión. Se asemeja a la actividad maquinal de la que hablaba Nietzsche, ocupo la mente en otra cosa, me olvido del sufrimiento trabajando más…

El malestar es el efecto anímico de un desacople, de algo que me incomoda. Ese desacople es entre los deseos y el tiempo laboral. Como decíamos anteriormente, hay un sentido diferido: la significación de lo que estoy haciendo esta en otro lugar (en el mercado a través del consumo, o en el tiempo libre que puedo disponer a mi modo…). Pero los dispositivos laborales contemporáneos también se posan sobre estos malestares, los leen y los codifican.


Así como existen los fines de semana para el exceso, la descarga emocional y la fiesta…para volver tranquilitos a trabajar. También existen dispositivos de ocio regulado que se anexan a los tiempos laborales: los after hours o los meeting que organizan las empresas para integrar a los empleados (hoy en día es vital crear buenos climas laborales…) y para que se diviertan y se olviden por unas horas del trabajo…o los rituales colectivos más “autónomos”; las necesarias birras pos-laburo o los partiditos de futbol…Pero también los dispositivos laborales actuales leen los espacios de huidas con los que se cuenta en un tiempo disciplinado; permiten por ejemplo que los empleados tengan abierto el msn o el perfil de facebook…Estas situaciones ocurren obviamente en los trabajos “mas copados”, en la mayoría de los casos hay otros momentos de fuga: el principal es el chiste, la joda. (Como dice el eslogan de una publicidad “Lo más lindo del trabajo es cuando no se trabaja”).

Qué hay de estos tiempos de no-trabajo que están replegados en los tiempos disciplinados laboralmente. ¿Podemos crear o desplegar otras temporalidades no-laborables que no sean incorporadas por la empresa, el patrón o el organismo estatal? En muchas de los “entretenimientos” que permiten o instituyen los dispositivos laborales, no se desarma la subjetividad individual. No se desfonda el enunciado de parar para seguir.

De esto se trata la intención de robar algo más que puta guita. Robar espacios habitables a las horas laborales, alargar tiempos propios. Cuando los trabajos actuales son puros medios para obtener la puta guita, en ese algo mas se juega todo. Algo más que el ingreso económico, algo intangible (los deseos, los anhelos no mercantilizables…). Ese algo mas es el pasaje por los espacios laborales sin ser únicamente los que mulean o soportan.

Colectivo Juguetes Perdidos

(fragmentos de este escrito se pueden encontrar en el n° 7 de la revista ¿Todo Piola?.)

(spot armado en el Colectivo ¿Todo Piola? Audiovisual, movida en la que participamos)


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