jueves, 20 de octubre de 2011

Cuando la tele nos mira II

Okupas, diez años después… 1

El clinamen es una desviación infinitesimal, “lo más pequeña posible”, que tiene lugar “no se sabe dónde ni cuándo ni cómo”, y que hace que un átomo “se desvié” de su caída en picada en el vacío y, rompiendo de manera casi nula el paralelismo en un punto, provoque un encuentro con el átomo que está al lado y de encuentro en encuentro una carambola y el nacimiento de un mundo, es decir, del agregado de átomos que provocan en cadena la primera desviación y el primer encuentro
(Para un materialismo aleatorio, Louis Althusser)

y así vez que hasta mi sombra brilla en esta ciudad…” (Rock Yugular, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)

Eso no es culpa de la merca Pollo. No hay nada que sea ni absolutamente malo, ni absolutamente bueno. Si vos te comés un kilo de azafrán seguramente también te va a hacer mal. Si te tomás un kilo de merca…jaja, viste que lío” (Del Chiqui al Pollo)


(Nota aclaratoria: Quien se encuentre con este texto se preguntará, ¿Por qué escribir sobre Okupas?, ¿Por qué hacerlo 10 años después? No tenemos una respuesta muy convincente; lo primero que podríamos decir es que estuvimos pensando/escribiendo sobre El puntero. Específicamente de “las representaciones” de los pibes y de La política que presenta y pone en juego El puntero. Como una cosa te lleva a la otra…nos acordamos de las ¿representaciones? de los pibes y de ¿La política? en Okupas…y para completar la cuestión digamos que Okupas nos marcó: un texto generacional, como el rock, como el fútbol…Podemos entonces hablar de algunos nosotros a través de las andanzas de los personajes de Okupas…Así que están avisados: la cosa viene medio arbitraria, pensar Okupas diez años después (2000/01-2011), pensarla en espejo con El puntero, escribir sobre un programa de culto, y –porque no blanquearlo- desparramar un poco de nostalgia…de la buena).

1. El olvido de los mandamientos sociales.
Okupas es una historia sobre la perdida de la inocencia. O mejor dicho, Okupas no es únicamente una historia, es un entramado de historias individuales y de diferentes narraciones sociales. Una de esas historias es la de la pérdida de la inocencia de Ricardo; un pibe de clase media de Caballito –un “mantenido”- al que su prima Clara le ofrece vivir temporalmente en una casona antigua del barrio de Congreso, para evitar que sea tomada. En las primeras escenas de la serie vemos el desalojo violento de los antiguos inquilinos. Desalojo que Ricardo ignora. Este silencio fundará la aventura. Eso que Ricardo no sabe, que desconoce no es solo el desalojo, sino también la realidad del mundo de los inmigrantes-inquilinos, de los chorros, de los vagos…de la calle. Okupas es la historia de la perdida de esa inocencia; es la narración de los ritos de pasaje de Ricardo -a las drogas, al mundo del hampa, a los códigos de la lleca…- Veremos como Ricardo se va curtiendo…en la calle. En su recorrido, mientras vive las experiencias callejeras va tirando de ese nudo, se va acercando al secreto, es el trayecto de su pasaje al bajo mundo…Toda la serie es el devenir de un Ricardo que va desarmando su subjetividad autogestiva, desprendiéndose de sus gestos, de sus imaginarios, de su habitus de clase, para pasar al otro lado.

Este primer capítulo se llama los cinco mandamientos, en referencia a las normas de conducta caretas que Clara le menciona a Ricardo: No quilombo, No drogas, No música fuerte, Chicas con discreción, y –especialmente, le remarca- No meter a nadie en la casa. Okupas es también la historia de los olvidos de estos no quiero, de su profanación. Empezando por el último; la casa va a ser habitada en banda.
Clara le hace prometer a Ricardo que respetará los mandamientos propios del buen vecino clasemediero, aquellos del mantenimiento del orden, de la buena apariencia, de la individualidad. Los personajes de Okupas se cagarán en las promesas sociales existentes, crearán otras… (La profanación llegará hasta el no robarás…). En toda la serie se mostrará una tensión que se traduce en pregunta, ¿Hasta qué punto esos códigos de convivencia, esas promesas sociales dejaban de ser operativas, dejaban de funcionar por el estallido de lo social-común, por su desfondamiento, y hasta donde los gestos bárbaros y rapaces de los pibes de Okupas ignoraban esas promesas y esos no quiero? Aquí se jugaba algo importante: entre el desfondamiento de las instituciones y los lenguajes y códigos de lo común, y la voluntad de ignorar o rechazar lo existente y crear otras promesas, otros códigos de convivencia, otras formas de estar-juntos
Los pibes de Okupas son bandas…expresan la potencia de las máquinas de guerra. Potencia difusa, sin formas claras, pura exterioridad… (“ animan una indisciplina fundamental del guerrero, una puesta en tela de juicio de la jerarquía…” 2)

Adentro de la casona todo empieza por el miedo. Ricardo teme ocupar solo la vivienda. En su primera noche de okupa solitario siente ruidos y golpes en el piso de arriba de la casa 3 . A partir de ese temor sale disparado a la calle, trazados de corridas sin rumbo, busca a un policía de esquina que le termina pidiendo documentos (ya no hay policía de esquina), termina chocando con Walter, un paseador de perros, al que le ofrece guita para que lleve los perros a la casa. El miedo teje la conexión con los otros, el miedo funda un nosotros; una primera certeza, no existe el okupa solitario. Okupas es también la historia de la suspensión del miedo, de su des-privatización, o –de lo que es lo mismo- su politización. Aquí hay una verdad de época: así también se ocupó la calle, siempre en rebaño, por si las moscas…

2. Lo aleatorio, el desvió y el encuentro: la noche, la calle, el deambular…
Lo dijimos, Ricardo atemorizado corre sin rumbo por las calles nocturnas. La de Okupas es otra calle y otra noche (diferente a la actual): la nocturnidad de Okupas es lisa, vacía, poco habitada…No es la noche actual; la organizada y poblada por móviles de TV, por policías, por personal de seguridad, por cámaras de vigilancia…La noche de Okupas no está estriada por el espectáculo, ni por la seguridad, es una noche poco colonizada en la que todavía es factible el desvió y el choque con otros. En la velocidad de una corrida nocturna, callejera (esa corrida tan generacional; la corrida por un afano, por la persecución de la yuta, por alguna cagada de la que hay que escapar, por miedo…siempre la acción es correr. Hay un guiño a esa escena inicial de Trainspotting 4 ) se da el encuentro con Walter. No es menor la mención al clinamen en el epígrafe, las calles y la noche podían provocar encuentros (que no fueran leídos y remitidos a imágenes de pánico moral y criminalización… El miedo al otro quedaba subsumido a la necesidad de la rachada en común, al aguante.). Y de esos encuentros –cuando tomaron carne, cuando fueron duraderos-nacieron mundos, sentidos, realidades para habitar. Se volvieron necesarios. El azar, lo aleatorio como condición de posibilidad del encuentro de los pibes de Okupas. En la escena en que Ricardo se reencuentra con El pollo, un antiguo compañero de la escuela primaria (uno de las pocas reminiscencias al pasado, a conocidos antiguos que se vuelven a ver. Esto lo veremos más adelante), se sorprende de que este ande enfierrado, conmovido le pregunta, ¿De dónde sacaste el arma? El pollo irónico le contesta, “Me la gané en un sorteo”. Una respuesta sintomática, el azar parece ser el trasfondo de las vidas de los pibes.

Interesante: Si la calle (o la esquina) nos puede hacer chocar, si hay azar y contingencia que pueden provocar encuentros, que pueden provocar amistades, si somos arrojados a un mismo plano, es porque las estructuras sociales clásicas (culturales, económicas –posición en las relaciones de producción-) nos habían escupido.



3. Los personajes: vagos, flaneurs, aventureros.
A los personajes de Okupas los sentimos cercanos. Es más, jode un poco llamarlos personajes. ¿A qué se debe esta incomodidad? Quizás porque se mezclan demasiado con nuestras biografías, y con nuestras memorias sensibles. Son textos, esquirlas de relatos con los que nos identificamos, demasiado vitales para alejarlos con el nombre de personajes. Un amigo me tira del brazo y me acota, con Los simpsons y con los protagonistas de las letras de los redondos nos pasa lo mismo. Es verdad, esos mundos se sumergen –hasta perderse- en nuestros sistemas de signos y referencias cotidianos. Mas que personajes, un esquizofrénico amigos…
Dejando de lado –cuanto sea posible- lo afectivo, es verdad que Okupas no parecía funcionar estereotipando (como excepción se puede mencionar la visión sobre algunos inmigrantes; el paraguayo Peralta, gracioso y vivo, el chino “garca”). Obviamente no podemos negar que Okupas fue un producto que funcionó dentro de un registro televisivo, pero aun así, su registro se acercaba más a una “representación” literaria, cinematográfica. Se podría decir que Okupas presentaba estereotipos abiertos (si esto no es un oxímoron y fuese posible), más permeables a la cotidianidad del receptor, menos cerraditos y empaquetados. La maquina estereotipadora televisiva no podía terminar de leer y codificar -y cerrar- los flujos sociales que recorrían y pasaban por las calles. Es como sí lo televisivo iría a la saga de lo que pasaba en las calles, en las esquinas, en los barrios, en las noches, en los pibes 5.
Volviendo a los protagonistas; son personajes sin memoria, sin pasado (o con pasados difusos y desconocidos). Pareciera que las biografías pasadas no explicarían nada. Estarían de más. Una hipótesis: Esta ausencia de pasado no sería tanto el síntoma de lo posmoderno (Aquella mención de Zizek; la historia como lo forcluido de la posmodernidad), es decir, un olvido reactivo del pasado, sino mas bien presenciamos un momento de experimentación vital, de puro presente, de afirmación del instante –de aquí y ahora- no como amnesia del presente absoluto, sino como puesta entre paréntesis de herencias (de relatos políticos, pero sobre todo sociales –el trabajo como identidad valorada socialmente y como medio de progreso social, las normas de la buena conducta, la solidaridad social “impuesta”, etc.-), de saberes acerca de la vida en sociedad. Esa puesta en suspenso, esos paréntesis, son los propios del desfondamiento de las formas de lo común conocidas. El lenguaje que nos transmitieron ya no sirve para nombrar lo social, hay que inventar otra cosa. En este momento de vértigo, de experimentación (y de despersonalización…) toda adscripción a un pasado se vuelve innecesaria –y a veces- reactiva…-

Los personajes de Okupas tienen una textura artliana, bien podrían integrar una versión aggiornada de los siete locos. Personajes que pegan saltos de clase, de moral, de estilos de vida…Pero también los personajes de Okupas son depositarios de una sensibilidad diferente. La sensibilidad que expresa Chiqui cuando cocina, cuando cuida al perro Severino –sí, como el anarquista-, cuando cuida a la plantita de marihuana…un humanista profundo que todavía cree en la caridad de los otros. Chiqui se sustenta pidiendo monedas en los semáforos. Walter el rolinga también expresa otra sensibilidad, en este caso en lo musical; explicando su relación emotiva con los Stones 6… (Que se expresa en ese final tremendamente emotivo con el tema My girl de fondo, No necesito ningún dinero, tengo todas las riquezas que un hombre puede tener…). Acá también anida una realidad de época: las calles, las esquinas, las casas tomadas destilaban creatividad y esa magia –propia del under barrial- en donde podías encontrarte locos, poetas, filósofos, borrachos, chorros, vagos…todos componiendo una sinfonía de época. Polifonía potente y creativa.
(Esto también se puede ver en la escena de la fiesta en la casa. Entre todos los desconocidos que van cayendo a la fiesta, aparece un gordo con una sandia. En esta escena de antología, el gordo de la sandia 7 se pone a hablar de filosofías orientales…, yo hago yoga…loco)



4. Ahora es nuestra la ciudad: ciudad-vivida, ciudad-pibe.
Los pibes de Okupas piensan/hacen otra ciudad. La pueblan, la habitan, la reescriben, transforman los no-lugares en ranchadas. No transitan la ciudad, la deambulan. Se pierden en ella, la experimentan, la viven, pequeñas batallas cuerpo-a-cuerpo con los dispositivos de control urbano-policiales. Evadiendo las preguntas de interpelación policial, aquellas de nombre y domicilio. Los protagonistas de Okupas tienen apodos, nombre de pila…viven en la calle o en una plaza o en una casa tomada (no tenemos más referencias…). Esos silencios, esos espacios en blanco, son potentes.
También hay luchas por la redefinición de los ilegalismos (y su administración). Una ciudad en la que –todavía- no tienen tanta fuerza las capturas y los marcajes de la máquina mediática-publicitaria. Una ciudad para experimentar, múltiples modos de habitarla surgen a la atmósfera, todo en borrador, todo como un ensayo. La ciudad es poblada en protestas públicas, rancheando en plazas, pidiendo monedas, tirados tomando una cerveza. Pero también es una ciudad que se deja experimentar, es un páramo; como tal tiene su signo ambiguo, por un lado no tiene un mapeo claro de fronteras y límites, es una ciudad que se amplía; de Congreso o Caballito al Docke o Quilmes. No hay operativos cerrojos. Pero por otro lado, es la ciudad de los sheriffs, la ciudad del todos contra todos, de la violencia densa, de la destitución del otro como par o semejante… la ciudad de la policía. Okupas también narra los modos en que se efectuó la ciudad-subjetiva (como ciudad-vivida, como ciudad-pibe).

Las calles y sus puntos nodales: esquinas, plazas, kiosquitos, son fábricas de experimentación e invención de nuevas formas de vida, son verdaderas fábricas políticas. Muchas de las solidaridades que se tejieron en esas noches y en esas calles quedaron flotando en la atmósfera como memorias.

Una hipótesis: Los protagonistas de Okupas expresan a los que preparan la sensibilidad callejera pre-2001, los que pusieron el cuerpo, los que suspendieron el miedo a la calle (La calle es el hábitat de los pibes, no hay miedo-ambiente, hay calle como continuidad de vidas que experimentan…paseadores de perro, motoqueros, vagancia en esquinas o recitales…). La calle como fábrica de nuevas sensibilidades, como invención y creación de un sensible nuevo. La ciudad, la calle como laboratorio de nuevos lenguajes, imágenes, formas de vida…
Los cuerpos de Okupas son los que protagonizaron el 2001, porque son cuerpos potentes, dispuestos a todo, des-sujetados del sí-mismo performateado socialmente (el del buen vecino, el del clasemediero, el del gil trabajador). Con una disposición anímica para la aventura callejera, y para el aguante (elementos tan necesarios para el estallido)

5. Nihilismo y pesimismo creador: El infierno esta encantador
Lo dicho, Okupas es una ficción oscura. La mayoría de las escenas transcurren en la noche. Se expresa el clima sombrío, la incertidumbre, la falta de planes del contexto histórico. Pero vale aclarar: en esos climas también se creaba. En el infierno también había alegría, embriaguez, elaboración colectiva del dolor y de los malestares, espacios de libertad, solidaridades. Un pesimismo creador. Un estado de éxtasis, de ruptura de la realidad cotidiana, de des-individualización, en donde se incubaron nuevos modos de subjetivación. Los protagonistas de Okupas tienen una relación musical con las cosas. Todo parece temblar, todo puede ser experimentado. Una mirada borracha de la vida y del mundo.
¿Qué imágenes parieron esos días embriagados?, ¿Qué imágenes crearon los pibes en sus recorridos?, ¿Existe una memoria sensible de esos días?, ¿memoria de otras formas de vida?....

En las memorias públicas actuales el 2001/2002 se relata cómo los años del infierno y de la crisis. Lecturas etapistas impiden ver matices, continuidades subterráneas, rupturas, discontinuidades, idas y vueltas, nada lineal. Mientras hubo tristeza, violencia, muerte, desocupación, falta de billete, también había alegría, creatividad, amistades, nuevos modos de lo común que se experimentaban, calles y esquinas con vagancia y energía. Hay que estar atentos a los reemplazos, a las traducciones de esos pasados recientes que –muchas veces- son inscriptos en una dialéctica histórica desvitalizada. No hay sucesión de bloques temporales compactos, convivía el miedo, la incertidumbre y la olla vacía, con la ocupación festiva (obligada en muchos casos) de la calle, con las “ganas de participar”, si no necesariamente en el destino social del país, si en el devenir de nuestras vidas. Una certeza de Okupas –y de la época que narra- es se sale en banda.


6. El desfondamiento de lo social/ El regreso del mundo adulto 8 (una relación con El puntero)
Los pibes de Okupas ensayaban/experimentaban nuevos modos de los común, nuevas formas de estar juntos en un contexto de desfondamiento de lo social, los interiores vaciados; la Familia, el Trabajo, El estudio (la escuela, la universidad), el imaginario de Progreso social, de lo sacrificial... Ricardo, pero también El pollo, Walter o Chiqui viven el estallido de la familia. Destituida la familia heredada, (la de la estructura…) hay que crear otra. Precisamente en la ranchada en la casa, se experimenta otra familia. Lo mismo pasa con las amistades: no son las heredadas (no son las arrastradas de escuelas, amigos de la infancia…) son las que se ponen a prueba en el paño, en la calle. Esto es interesante: la moral, la ética, se fundan en la acción, en la experiencia, no hay imperativos morales a priori; si hay amistad, hay que demostrarla saltando por el otro cuando la situación lo demande. Un empirismo superpotente.

Obviamente, las estructuras tiran, Ricardo en muchos momentos tiene una relación ambigua con esa subjetividad clasemediera. Ricardo tiene red, hay un estructura (familiar, de clase) que lo persigue y que esta lista para re-subjetivarlo si algo sale mal.
Pero también vive la pérdida de eficacia subjetiva de los discursos de la educación como medio de progreso social (ese discurso tan caro a los sectores medios…Ricardo abandona la carrera de medicina 9). Lo mismo pasa con el Trabajo: la identidad del trabajador ya no atrapa a los pibes, hay desocupación, hay changas, pero aparecen medios de rescatar guita que no son los del gil trabajador (el choreo, pero también pedir monedas, vivir de garrón, conseguir laburos que no impliquen mucho esfuerzo físico). En Okupas no hay solo desfondamiento de las instituciones 10 sociales tradicionales, también hay rechazo a lo instituido. No solo se están cayendo a pedazos las imágenes tradicionales de la comunidad organizada; también hay un activo rechazo, una deserción por parte de los pibes. Ese rechazo, esa nausea frente a los existente fundaba la posibilidad de experimentar nuevas formas de vida. Inaugura un tiempo no-capturable por el Trabajo, el Consumo, los medios. Una vida boba de la que los protagonistas parecen escapar a las corridas.

En la oscuridad de Okupas, el mundo adulto esta destituido (o en proceso de destitución). La voz adulta es la voz careta o represiva: la de la yuta, el abogado, el comerciante…La única excepción es el viejo con códigos (con los viejos códigos) que encuentran en el Docke. Los ayuda con su flete para llevar a Pollo –que estaba tajeado- hasta la casa. Desesperados por el estado del Pollo, Ricardo ve al fletero arreglando su camioneta y le saca una navaja para que los ayude, en una gran respuesta, el fletero tira “no me mueven a navaja, nene”. No lo movía el miedo, lo movían otros códigos (ya difíciles de encontrar). Y los ayuda. Como lo hará para que Ricardo se vengue de El negro Pablo que le había querido comer el rosquete, “esas cosas me rompen las bolas, en el Docke no tratamos así a la gente”. Exceptuando esta figura, los adultos no tienen cabida. Los protagonistas son los pibes, los pibes tienen la pelota.

Ensayemos un ida y vuelta anacrónico con El puntero. En el puntero asistimos a la restitución del mundo adulto 11, los adultos marcan las coordenadas. Los cuerpos de los pibes amenazan, inquietan un terreno gobernado por los viejos: el Gitano, El intendente, El concejal, El comisario, La madre 12 . El submundo de los viejos curtidos, la experiencia regresa como un valor social legitimo, el pasado vuelve a ser necesario. En Okupas, la experiencia es una búsqueda, es algo a conquistar en las calles, en la noche, en un barrio, en un monoblock jevi, en la toma y gestión de una vivienda. La experiencia implica desterritorialización del cuerpo, implica peligros, se experimenta con las drogas, se escapa de balas, se huye de la policía, la experiencia como ese conversar con la muerte. La experiencia en El puntero no es una búsqueda, es un valor que ya-portan los protagonistas.
En el puntero reaparecen las figuras adultas tradicionales que en Okupas eran marginales, denostadas o invisibilizadas: El Padre, El Jefe, El Líder Político…vuelven a ser necesarias. En Okupas los testigos de la época son los pibes. En la incertidumbre, en la precariedad, experimentando con sus vidas, intentando modos de vida colectivos (la gestión de la casa, la ranchada juntos…el salir a aguantarla…). Síntomas de que determinadas subjetividades estaban agotadas, fundidas, oxidadas: la del pibe de clase media que estudia, la del gil trabajador, la del buen hijo…Aquí radica uno de los gestos más potentes de la serie: la búsqueda de otras opciones vitales. El regreso de algunas figuras sociales (Trabajo, Consumo, etc.) arrojó al olvido a muchas de esas experiencias. O quizás no, la idea es ver donde mutaron, donde se actualizan, que discursos las convocan, para qué, con qué se componen. Lo decíamos más arriba, no todo el efecto de la incertidumbre del des-ocupado (en este caso del pibe del “ocio forzado”) se vivió de manera impotente y triste. También se cocieron y se incubaron otras maneras de encarar la vida. La experiencia de transvaloración de Ricardo es el producto del estallido del imaginario de la clase media urbana. (Las mismas condiciones de posibilidad del inminente piquete y cacerolas)

7. El gasto y la aventura.
En conjunto cualquier juicio general sobre la actividad social se basa en el principio de que todo esfuerzo particular, para ser válido, debe poder reducirse a las necesidades fundamentales de la producción y la conservación” (…) “se otorga el derecho a adquirir, a conservar o a consumir racionalmente, pero excluye en principio el gasto improductivo13

Los movimientos de los pibes de Okupas son puros gastos improductivos, irracionales. Acciones que no cuajan en la mecánica social productiva y racional. Gasto improductivo que tiene un fin en sí mismo, es inmanente (el sentido de ese gasto, su utilidad, no está diferida…), dilapidación de tiempo (perdiendo el tiempo…), de energías, de fuerzas…Aquí rige el principio de la perdida, del gasto incondicional, el que funda una ética del no-regateo. Esas acciones que se realizan sin reservas, libres de cualquier cálculo de medio-fines, acciones no-utilitarias. Como ejemplo, el capítulo en que El pollo, Walter y el Chiqui van a rescatar a Ricardo de la casa del Negro Pablo en los monoblocks del Docke 14 . Cuando están volviendo a la casa, con el Pollo mal herido, con un facazo en la panza, Ricardo se encuentra con su prima Clara que le recrimina su conducta, Ricardo contesta enojado “Mirá, tengo un amigo con un tajo en la panza por defenderme, hacé lo que quieras…”. También podemos mencionar el capítulo final, Adiós y Buena suerte cuando balean a Chiqui también en una acción de aguante. Estas acciones despojadas de toda racionalidad del cuidado y la individualidad, fundan solidaridades potentes 15…En Okupas hay muchas apuestas a todo o nada. Apuestas que no excluyen la propia vida. El gasto es lo contrario a la acumulación, a la lógica del ahorro (de dinero, de energías, de fuerzas…de vida). Los pibes de Okupas, en cada una de sus movidas ponen toda la carne al asador… (También el inminente 2001 será un contexto de gasto social extraordinario…).

Lo dijimos, los pibes de Okupas gastan porque encarnan la forma de vida de los aventureros. La forma de vida de la aventura crea un paréntesis en la vida cotidiana, circula por otra temporalidad. Una temporalidad distinta a la que organiza y disciplina el tiempo social (el del Trabajo, La rutina, el Consumo, Los medios…). La temporalidad de la aventura es la de la duración (duración como intensidad…). La vida cuando es expuesta a la aventura, al riesgo, al peligro de la muerte, contiene más intensidad que la totalidad de una vida común. La vida de la aventura es la vida acelerada, radicalizada, ansiosa, embriagada….16 Los pibes de Okupas son aventureros porque aceptan la incertidumbre, la afirman, ese es el suelo de sus movidas. No la niegan, pero como aventureros que son arman planes (planes colectivos…). Planes que no tienen garantías de éxito 17 , ni mucho menos, pero que sirven para crear imágenes, para pensar futuros…

Una última cuestión: Pensar –como en muchas ocasiones se hace- a estas movidas como producto del ocio forzado es un gesto sumamente reactivo. Cómo si se pudiera poblar de otros modos el tiempo cotidiano únicamente cuando ese tiempo nos lo otorgan despojado de cualquier disciplinamiento social (si es posible que una situación así exista). Una lectura inofensiva que piensa otro uso de los cuerpos, del tiempo, del espacio –uso colectivo, festivo, aventurero- simplemente como una especie de licencia…Por más que determinadas dinámicas sociales productoras de sociedad hayan quedado perimidas, eso no implica que cada momento en que se desplegó –y despliega- un tiempo de nosotros no implique una disputa política sumamente vital.

Preguntas finales: ¿Existe algo así como una memoria maldita de estas movidas pibes que se obtura en los discursos públicos/mediáticos actuales?, ¿Estos gastos incondicionales parieron memorias potentes?, ¿Dejaron “saberes generacionales” que son socialmente productivos en la actualidad (para el gobierno de lo social)? En tal caso, ¿Qué podemos hacer en el presente con esas imágenes, con esa memoria viva?

Notas al Pie:
1. Okupas se emitió en el año 2000, con repetición en el 2001. Escrita y dirigida por Bruno Stagnaro y producida por ideas del sur. Cuando el cínico de Marce producía también Todo x dos pesos…
2. Estado y máquina de guerra, Gilles Deleuze (Lo citamos porque se lo merece, por nada más).
3. El paraguayo Peralta –su vecino- le dirá, “Lo que pasa amigo es que la casa esa está engualichada…”
4. En el comienzo de Trainspotting, Mark Renton (el actor Evan Mac Gregor) corre –escapa de sus persecutores tras un robo, y también escapa de una forma de vida- mientras se recita un gran monólogo “Escoge la vida. Escoge un trabajo. Escoge una carrera. Escoge una familia. Escoge una puta televisión grande, escoge lavadoras, coches, discman y abrelatas eléctricos. Escoge buena salud, bajo colesterol, y seguro dental. Escoge pagos de hipoteca por cuotas. Escoge tu primer hogar. Escoge a tus amigos. Escoge trajes de poliester y maletas que combinen. Escoge un apartamento de tres habitaciones en alquiler en medio de un montón de putas fábricas. Escoge emborracharte y preguntarte quién coño eres un domingo por la mañana. Escoge sentarte en ese sofá, viendo programas de concursos que entumezcan tu mente y aplasten tu espíritu, mientras te metes una comida basura por la jeta. Escoge pudrirte al final de todo, estando sólo en una casa miserable, nada más que una vergüenza para los mocosos egoístas y malcriados que engendraste para reemplazarte. Escoge tu futuro. Escoge la vida… ¿Pero por qué querría hacer yo algo así? Yo escogí no escoger la vida. Yo escogí algo más. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína? "
5. Como ejemplo; las cámaras yendo a registrar la plaza del 2001 o la plaza de la muerte de Kirchner diez años después…acontecimientos que desbordan la pantalla, lo mediático aquí no es el a priori organizador del suceso social, sino la maquina que lo registra pos facto…). Algo de esto puede haber.
6. LLegamos al punto culminante del hecho, te voy a hacer escuchar el primer tema que yo escuché de estos tipos, de los rolling eh! Lo que confirmaron así la confraternidad sentimental auditiva musical que yo tenía... Ricardo, para! estas así a punto de presenciar el hecho que confirma, ratifica, la confraternidad que yo siento por estos tipos.. el punto G de la música digamo, entendés, una cosita así, ehh está bien Chiqui? Para ustedes loco! Esta es la presentación que Walter hace del tema My Girl, cuando va a poner play, la gente del negro Pablo irrumpe en la casa….
7. Ricardo abre la puerta de la casa y se sorprende, un gordo de enormes dimensiones, -un cuerpo barroco-vestido con una remera manchada, lleva una sandía en su hombro, lo mira y lo dice; Hola loco, traje una sandia…
8. A propósito, ¿los buenos volvieron y están rodando cine de terror?
9. Esa implosión de los interiores también se ve en un dialogo entre Ricardo y la piba con la que estaba saliendo, Ricardo le dice que estudiar no tiene sentido, que no sirve para nada…La ficción educativa pierde sentido. Pero la piba le responde que no le diga boludeces a su hijo, estudiar sirve, es un medio para salir de la situación de pobreza en la que ella y su hijo viven, no como Ricardo para quien la estadía en la casa –y en el mundo de la pobreza y la marginalidad- serían solo unas vacaciones.
10. El desfondamiento también incluye la pérdida de códigos en el hampa. Vemos a los chorros onda el Negro Pablo, el “tumbero malo”, que no tiene conflictos morales con la posibilidad de violar a un pibe en su casa. (una extensión del pabellón)
11. Mundo adulto no solo como corte etario, también como símbolo de la resignación. Con la adultez llega la estabilización de un estado de cosas, antes caóticas y experimentables. El mundo adulto como ese gesto reactivo de colgar los botines.
12. Es interesante ver como se repiten dos actores en ambas series: Rodrigo de la Serna –Ricardo en Okupas- encarna a Lombardo, el querible cachivache, el poronga . Ariel Staltari –Walter, el rolinga en Okupas- encarna a Luis, gil trabajador y cornudo…
13. La noción de gasto, G. Bataille.
14. Celebre capítulo 5, “El mascapito”.
15. Ejemplos reales de estas solidaridades se pudieron ver en Cromañon. Pibes que murieron por meterse a sacar a otros pibes…acciones que suspenden toda lógica de la seguridad.
16. La aventura siempre implica dos momentos; uno el del azar, el otro el de la necesidad. Es decir, el aventurero siempre está dispuesto a determinarse por la suerte de la caída de los dados. Acepta y apuesta a la contingencia. Esta siempre dispuesto a posar los sentidos en lo azaroso, y contingente de cualquier hecho o acontecimiento de la vida social. Todo lo que ocurre esta flotando sobre el mar del azar, un simple accidente y todo un orden existente puede repartirse de otra forma. Este es el momento en el que el aventurero se sumerge en la incertidumbre- es un animal de la incertidumbre-, es el momento de “partir de casa”, sin ninguna mochila provisora sobre los hombros, este es el impulso hacia la inseguridad. Es el accionar del pirómano que prende fuego su casa persiguiendo su deseo, sin importarle donde dormirá al llegar la noche. Es la experimentación del nómade, o del ludópata que pone sobre una ruleta el destino de su vida social. Pero también el aventurero tiene una disposición anímica para vivir su aventura. Es decir, no solo se arroja al azar, sino que también está dispuesto a afirmarse sobre ese azar. Este es el momento de la necesariedad, de la conquista.
17. Todo plan está destinado a fallar, dirá Jean-Luc Godard.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen relato chicos, alta cuota de nostalgia. Una serie muy buena, con escenas muy reales que las recuerdo como si fuera ayer, y pensar que pasaron 10 años!
Nota al pie: el otro dia vi al actor del personaje de “el negro pablo” vendiendo churros en la puerta de la bombonera. Vaya que si es azaroso el destino!

Abrazo de gol


Gon P.