Los malvenidos
(Una pequeña crónica sobre muertes
anunciadas y tragedias de la época).
La secuencia es la de un pibe y una
piba empujados a protagonizar una guerra que no es de ellos. La kiosquera, de
17 años, trabajando por dos mangos un sábado a la noche; la vienen a robar, y
todo parece ser un asalto violento más… pero la piba saca una picana e intenta
atacar al chorro. El chorro (también pibe, que bien podría ser un vecino de
ella, o un ex novio o un familiar o un amigo...) dispara entonces, y la mata.
Luego, el montaje final; videografh urgente, movileros in situ, indignación
popular, pedidos de seguridad, pueblada.
¿Pero qué pasa si desarmamos a fondo la
secuencia del asalto y crimen en Junín, qué encierra este drama?
Cualquiera tiene (o quiere tener) el
derecho a ponerse la gorra. El derecho a activar el poder de policía, el poder
(post) soberano de dar muerte, de no dejar vivir. En un gesto que atraviesa las
disputas entre clases, cualquiera puede ser policía, justiciero, propietario,
etc.
“Yo
quiero ser policía y propietario (aun de lo que no me pertenece)”, parece
ser el lema de muchas vidas hoy. (Policía y propietario, como el dueño del
Maxikiosco, quien aparentemente les dejó la picana y el gas pimienta a los
empleados del local).
¿Qué es lo que hace la piba al intentar
picanear al pibe chorro? ¿Qué es lo que estaba defendiendo? ¿Armada para
defender a la sociedad que le da la espalda y la confina a laburar en un
maxikiosco? ¿Proteger y defender la propiedad (ni siquiera estaba el jefe o
dueño del negocio), llevando al paroxismo el mandato del buen trabajador?
¿Es que empuñar el arma valoriza una
vida que es, a priori, impotente, destinada a la nada o a la repetición de los
días como laburante (una vidita)? ¿Tomar la picana esconde el deseo de la piba
de valorizar su vida (valorizarla en términos de “buena ciudadana”,
introyectando la moral esclava, metiéndose en la discusión y el desafío actual
que es la inseguridad, esa guerra silenciosa…)?
Mirándola bien, la escena del asalto al
kiosco pone frente a frente a dos muertos vivos: el pibe, malvenido, ya desde
siempre un casi muerto (vida desvalorizada al fin y al cabo) para la sociedad;
pero también la piba, trabajando en el kiosco por poca plata, teniendo que
cuidar bienes ajenos. Lo que hay que pensar entonces son esos dos crímenes
sociales previos. Y es ahí en esos crímenes donde está involucrada la sociedad
toda.
La pueblada posterior al asalto y
muerte, es una protesta sobre el segundo crimen,
no sobre el fundamento y el trasfondo de esa muerte que es el primer crimen de ambos jóvenes.
La sociedad enfrenta y pone en bandos
antagónicos a dos pibes que previamente asesinó. Dos soldados de una guerra que
no les pertenecía. La indiferencia social, como lógica de la equivalencia, ya
había decretado previamente que ambas vidas no valían nada, y con esa operación
las igualaba en un crimen primario. Cuando la sociedad protesta luego del
asalto por el crimen segundo, es porque ya está impotente, castrada,
imposibilitada para percibir los crímenes anteriores. Crímenes fundantes (y no
solo aniquiladores o indiferenciadores) porque esos fundan una
comunidad-consumidora (con discursos progresistas o fascistas) que reacciona temerosa
y se defiende, una sociedad capaz de colocarle el fierro al pibe y la picana a
la piba (a las armas no las carga el diablo…); una sociedad que pacta y
reasegura la división de vidas y destinos: las que importan y las que no. La
protesta de la ciudadanía también miente en sus expresiones; es mentira que la
vida de la piba importaba y la del pibe chorro no (“por asesino”). A la piba
(como al pibe) también la habían asesinado antes. Y esas dos muertes-primeras son
lo no pensable de este presente…
Por eso la pueblada de los junineses (y
tantísimas otras, que se suceden ante hechos semejantes) es una protesta de la
ciudadanía castrada; los pibes ya tenían la muerte como fija para la sociedad,
sólo era cuestión de tiempo, sólo sobrevivían como empleados-soldados de una
guerra ajena (una guerra que viene en frasco chico, y que está hecha de muchos
tipos de soldados y “soldaditos”…).
La pueblada en torno al segundo crimen
de Karen ya venía con esa marca subjetiva de no querer ni poder pensar el
primer crimen de ambos chicos. Entre tanto ruido, se hace insoportable el
silencio de la sociedad, de la comunidad, sobre los modos de vida de los pibes
que se mal-encontraron en ese kiosco y que bien podrían haberse encontrado luego
en una bailanta, o en una esquina cualquiera de Junín para hacer cosas mejores
que dispararse o intentar picanearse… o en el mismo puto Maxikiosco un mismo
sábado a la noche, pero para tomarse una birra y cagarse de risa. Algo anda muy
mal con los destinos de los pibes y pibas, y todo queda tapado por los ruidos
ensordecedores de esa guerra social de superficie, por las luces de los móviles
de TV, por los plasmas encendidos en los hogares...
Volvamos a la pueblada: ¿cuáles son sus
signos? Patrullero dado vuelta y quemado, Banco, Tribunales y Municipalidad apedreadas…
Sobre movidas así no se pueden montar automáticamente discursos fáciles
securitarios. Tampoco son asociables a priori a una imagen potente de lo
destituyente o de revuelta. Con tanto humo el bello fiero fuego no se ve. Las
consignas eran muy difusas. Un ejemplo: aquella de “no a la cárcel” de los
junineses; no era gritado a la manera de la izquierda, sino que cárcel ahí era
igual a quilombo, a inseguridad, a familiares de presos que van a Junín de
visita, etc. A la vez, ninguno de ellos (como ningún argentino) desconoce el
infierno que es un penal (hacinamiento, malos tratos, mafias organizadas por el
propio poder penitenciario… una verdadera fábrica de inseguridad).
Lo de Junín debe poner en primer plano
la necesidad de una transformación radical de la sensibilidad social. La
urgencia de repensar, por abajo, desde abajo, los destinos posibles que
circulan (en especial el de los pibes y pibas), preguntarse cuánto soportamos
por la puta guita, patear el tablero del consumo, e intentar por fin, una
verdadera protesta contra los crímenes silenciosos pero fundantes de nuestra
buena ciudadanía…
colonialismo
ResponderEliminarhttp://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-216524-2013-03-25.html
Muy bueno!
ResponderEliminar