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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Lectura de sábado por la noche...

A continuación las hipótesis leídas en la encantadora noche de sábado...




2001 y la separación de los redondos: ¿Agotamiento o interrupción?

En el 2001 se separan Los Redondos. Pero una cosa es la disolución de una banda por agotamiento, y otra muy diferente es cuando la banda se termina por “interrupción” o “parálisis”. La hipótesis de la interrupción en lugar del agotamiento plantea un escenario más complejo para la historia ricotera.
Porque con la separación de Los Redondos se interrumpe algo… pero esa interrupción no significó la pérdida o la evaporación de las fuerzas y de las energías ricoteras (esta noche es testimonio en vivo de esto. Por cierto, una noche que hay que recuperar…).
Se separó la banda, pero las bandas seguían y siguen activas.

Algo de esto lo fuimos viendo, por ejemplo, en algunos recitales del Indio Solari solista, pero también en muchos otros recitales de bandas de rock que toman la impronta ricotera, también en recitales de las bandas de los amigos, y en tributos a los Redondos (desde aquellos que tocan los temas de una manera más “textual”, hasta las propuestas que interpretan de otra manera los temas –como la sinfónicas ricotera por ejemplo o las orquestas tangueras).
Todos ellos, en su medida, son momentos en los que se pone en juego de alguna manera una memoria ligada a la experiencia ricotera, una lealtad a Patricio Rey y a sus rituales.

Reponer la fiesta ricotera tiene sus riesgos (además de sus placeres): porque armar fiesta ricotera nos muestra en la jeta las mutaciones de esas preguntas que se desplegaban en las “misas redondas”. ¿Qué hay del auto-cuidado hoy en día? ¿Qué salud tienen las “zonas autónomas” que se desplegaban en los recitales de los redondos? ¿Cómo es la relación con el consumo, con la ciudad, con la policía? ¿Qué noción de la fiesta es posible elaborar? ¿qué de lo popular se pone en juego? Todos estos son interrogantes y problemas que los recitales de Los Redondos plantearon durante sus casi diez años de masividad.


¿Qué se vuelvan a juntar?, ¿Qué no se vuelvan a juntar?  (Entre la nostalgia y la reapropiación)

¿Que no se vuelvan a juntar?, ¿Que se vuelvan a juntar? Es verdad que si se reduce el pedido de retorno al indio y a Skay se cae en una postura bastante reactiva, no solo porque los (re)posiciona como autores, y como individuos… (cuando sabemos que Patricio Rey es y fue otra cosa), sino también porque nos reduce a nosotros a "demandantes" o a algo así como ricoteros que se volvieron consumidores insatisfechos. Además, nos deja en una posición de nostalgia y de cultura “retro” que puede tapar nuevas búsquedas.
Asumir que no vuelven, o correr a un costado esa pregunta por la “vuelta” o no, capaz que nos empuja a generar otras cosas (quizás se trata de hacer el duelo y ya).
Pero también, y he aquí la ambiguedad que nos atraviesa, vemos que estos pedidos de que vuelva PR pueden tener una potencia interesante. Potencia que aparece cuando ese pedido de que se vuelvan a juntar viene acompañado de toda una movilización de fuerzas vitales y sociales (donde no solo están las “ganas”, sino también el armado de movidas). Ahí la cosa es distinta… El grito en esos casos se corre de la pura nostalgia o anhelo de restitución de lo perdido, y se contagia de potencia colectiva, que no es otra que la de Patricio Rey.
Cuando en los recitales del Indio Solista, donde somos miles los ricoteros enfiestados, se sigue pidiendo que se vuelvan a juntar, también se da algo extraño que es ejemplo de lo que venimos diciendo: porque lo que se grita colectivamente puede ser un: “ojo, esto es un recital del Indio, esto no son los redondos. Lo disfrutamos, si, cómo no hacerlo, pero no somos tontos, el Indio es un individuo, y Los Redondos son otra cosa”. La franela no es como la gamuza.


Esta noche esta encantador

Pero del laberinto se sale por arriba. Armar una noche como la de hoy, totalmente autoorganizada, donde las bandas amigas vienen a tocar temas ricoteros, donde nos encontramos y activamos una evocación activa y una producción concreta (escribir, imaginar una obra de teatro, pensar canciones, pasarla bien, venir hasta acá de barrios lejanos...). Acá mismo poco importa el cantito de que vuelvan o no, lo importante es que estamos acá y que es desde nosotros mismos desde donde se genera la fiesta: de los redondos para los redondos.

Después de diez años, Patricio Rey sigue comiéndose nuestro dolor. Por eso, destinamos una noche a invocarlo. Y lo sabemos: el espectro de Patricio Rey no estaciona en cualquier cuerpo y no acude a cualquier llamado.
Diez años después de la separación, en el tramo final de un año sin recitales del Indio, entre nostalgias y búsquedas de lo nuevo, entre rechazos de las modas retornistas y anhelos de vueltas imposibles, entre capturas mediáticas y políticas por arriba  y la vitalidad y vigencia por abajo, el ricoterismo sigue latiendo.
Porque como hubo interrupción y no agotamiento, hubo diferentes re-apropiaciones de lo ricotero… las externas a la movida ricotera, las del mercado (que se ve en expresiones del espectáculo, en publicidades de empresas, en los “productos en torno al rock”,etc). También las que son “por arriba”, con  el discurso actual en torno a la juventud…

Pero también están las reapropiaciones hechas por los propios ricoteros: ¿que hicimos y que hacemos con Patricio Rey? Nosotros, por ejemplo, lo sentamos en la mesa de un colectivo y grupo de amigos, y nos hicimos cargo de una canción para nombrarnos; Juguetes Perdidos, un himno generacional. Pero también nos hicimos cargo de un acontecimiento doloroso que nos marcó como generación. En estos diez años, también –y sobre todo- pasó Cromañón.  Pensar, crear, intervenir, enunciar desde nuestra noche más oscura. Porque después de Cromañon, el dolor anido en la fiesta roquera (aunque muchos prefieren y prefirieron hacerse los boludos…)

Siempre buscamos excusas para generar climas ricoteros… recitales, juntadas con amigos, movidas donde nuestras percepciones se transfiguren, capturadas por la embriaguez ricotera, y vivamos un como si  que al toque deja de ser ilusión y pasa a ser un gesto activo. Eso lo aprendimos con Patricio Rey y es lo que le robamos.

La frase deviene certeza; ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos, y no se apagan con solo soplarlos. Vaya si lo hemos aprendido, tanto, que pasa el tiempo y seguimos jugando con las mismas llamas…

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