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lunes, 21 de mayo de 2012


Amaycha 

El miércoles pasado (16/05) nos juntamos con la gente del Bachillerato Popular Amaycha, en Hudson, que nos invitaron a formar parte de una jornada sobre el 1º de Mayo para que pensemos entre todos distintas problemáticas en torno al trabajo y cómo fue cambiando la forma de trabajar a lo largo del tiempo. Nosotros venimos laburando el tema hace un tiempo, y qué mejor que poder discutir y seguir profundizando algunas ideas con los docentes y alumnos del Bachi de Hudson.
Luego de una historización sobre el 1° de Mayo, y algunas indagaciones sobre qué entendemos por trabajo hoy, se nos dio pie para plantear algunas hipótesis sobre la actualidad del trabajo y el mundo laboral desde una perspectiva generacional. Partimos de la base y la certeza de que ¡trabajar es un garrón! El empleo ya no se conforma como el ordenador social exclusivo de nuestra vida y de nuestro tiempo. La mayoría de las veces no nos otorga una identidad, ni tampoco accedemos a un reconocimiento social en base al trabajo, sino que más bien hoy en día se reconocen otros signos (principalmente los del consumo). Lo principal es la puta guita. De ahí la pregunta ¿Cuánto soportamos por la puta guita?
Por otro lado, fue muy rico poder abrir la idea del currículum oculto. Hay algo que se requiere de nosotros en el ámbito laboral y no se hace explícito. Se trata de nuestras formas de vida, nuestras subjetividades, información vital que elaboramos para movernos en los terrenos sociales actuales. Todo esto nunca es dejado de lado a la hora de trabajar y, he aquí la paradoja, tampoco lo dejan de lado quienes nos emplean. La intención es desplegar y problematizar esta figura del C.O., su carácter ambiguo, lo que tiene de potente y de frágil, cómo se usa (para la explotación laboral, para la desidia propia, etc. pero también para armar lazos en laburos precarios, para volverlos un tanto mejores, para plantarse y hacer algo distinto en ese mundo del garrón laboral).
También, y aprovechando el contexto de la invitación, se planteó el surgimiento de nuevas formas institucionales, nuevas formas pedagógicas materializadas en los Bachilleratos Populares. A diferencia de lo que significaban los colegios industriales y su conexión directa con el trabajo fabril, los bachilleratos plantean nuevas formas de adaptación a la época, una mayor sensibilidad para conectar con las formas de vida actuales. El currículum oculto también se va armando en estas novedosas instituciones.
¿Hasta dónde llegamos si nos ponemos a pensar el trabajo desde su fragmentación? (¿Desde el mundo del pos-trabajo?). La vuelta del trabajo descansa en las mil partes de su despedazamiento, los personajes y los berretines no tardan en desbordar enunciados y certezas hechos en otra parte: el gil trabajador, el gato del plan, el subsidiado, el vago, el rocho, las mantenidas, los profes… todos bailamos por la puta guita… Al aula entera nos conmovía e inquietaba la pregunta, ¿y cuánto soportamos por esa guita?
Las movidas como estas son potentes e invitan a pensarlas en su ambigüedad, en sus grises, en sus balbuceos, en los rostros que miran desconfiados o cansados o aburridos o conectados, en las respuestas previamente masticadas en otro lado, o en aquellas viscerales (“¿Qué es trabajar?”... “Mulear!!!”)… Diálogos fallidos o complicidades inesperadas, ideas y frases atropelladas que se hacen cuerpo (fuerzas) o que caen en el vacío. Interesante, viva, lúcida… pensar desde la ambigüedad es lo contrario a pensar desde la tibieza o la no-afección. Como siempre, se piensa –se escribe, se vive- desde lo que moviliza y pega (no conocemos otro modo de hacerlo), se busca la onda (que nunca es un a priori, siempre es un puede ser o un quizás); se da la onda o no; y listo.

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