Sobre algunas escenas de cuerpos juntados.
El vagón: lugar en que lo cotidiano remite a lo laboral, al agobio y al caos de transitar la ciudad en un tiempo social disciplinado. Clusters de cuerpos, una masa de músculos, pieles, cabezas, brazos, ropas, bolsos, carteras o mochilas, mp3s, celulares, DVD truchos, acero, angustias, frustraciones, y anhelos cotidianos. El vagón como un depósito de cuerpos. El galpón en donde cuerpos con los nervios en carne viva conviven amuchados. (Parecidos a nudas vidas). En el vagón, los cuerpos irradian nervios, malestares, molestias que se expulsan y se trasmiten de uno a otro, marcando el límite de soportabilidad con el otro y con uno mismo.
El pogo: También es el punto de partida es el hacinamiento de cuerpos. El lugar aquí es el recital, en donde una atmósfera mágica envuelve el aire haciendo que miles de cuerpos se desplieguen en direcciones contrarias a los rígidos y fatigados movimientos corporales cotidianos. Este es un lugar festivo, lúdico, elegido. Cuerpos juntados, pero alegres, desbordantes, movidos por el principio de la embriaguez. La música que desarma y desmiembra cuerpos individuales y los diluye en moldes más grandes.- gigantes-. Cuerpos que dejan su condición finita para expandirse en el espacio, continuándose en la liquidez del cuerpo vecino. Una marea de cuerpos hacía ninguna dirección.
La avalancha: Aquí el lugar donde se realiza es la cancha, y específicamente la popular, donde no encontramos asientos que hagan de moldes, sino una gran cantidad de escalones (de cemento o de madera) que hacen de base donde los cuerpos, se mueven para acá, se mueven para allá, marcando otro tipo de ritmos de nuestros cuerpos. Cada banda, de cada hinchada marca un ritmo de partido, y los para-avalanchas nos permiten marcar el movimiento de los cuerpos, los traspasamos, y también podemos colgar de ahí. Vemos en la avalancha cuerpos que se disuelven y se desarman en la alegría, momentos embriagantes y sagrados como en el pogo. Y no se trata solo de la presencia de alguna canción o un gol, sino de una manera de estar entre nosotros, una manera de tocarnos donde ponemos nuestros cuerpos dispuestos a desarmarse en otro cuerpo más potente y alegre.
Dos formas de hacinamiento (una el vagón y otra el par pogo-avalancha) revestidas por diferentes sentidos.
En el vagón y en el pogo-avalancha hay cuerpos que entran a presión… En ambas escenas rebalsan los cuerpos. En ambos lugares se disuelve momentáneamente el principio de la individuación:
En el vagón para descender a la condición de nudas vidas, cuerpos desnudos, frágiles, indefensos… (Se actualiza la imagen del tren de carga de los campos de concentración…).
En el pogo-avalancha, un paréntesis de la mascara individual en pos de un ascenso a la condición de cuerpos ampliados. (Más potentes).
En el vagón buscamos desesperadamente la huida mental (nos replegamos sobre nuestras imágenes mentales y nos disponemos a perdernos en los parajes cerebrales que vengan al rescate del cuerpo sufriente) -o mas probable- apoyados en las prótesis (enredados en cables de mp3s y celulares).
En el pogo-avalancha, la huida es la norma, la condición sine qua non. (el boleto marcado sin el cual no podemos iniciar el trip…). Sabemos que en ese momento sagrado, de continuidad y disolución del individuo en la marea humana, partimos por unas horas…
Dos formas de hacinamientos: uno –el del vagón- que nos habla de la cotidianidad mas cruda y reactiva (las imágenes de los trabajos, de los viajes de primera hora o de anocheceres exhaustos…de vuelta a casa…) y otros hacinamiento que nos presenta la ruptura de la cotidianidad…
Pero estos espacios también pueden ser usados de otra forma a la dada en su sentido original. Se los puede apropiar y resignificar.
Quien puede negar al furgón como ese espacio del tren apropiado para el aguante, para los lazos fraternales (el lugar en donde se ensancha el campo de lo permitido: los sin boletos, los fisurados, los vagos, los que acompañan el trayecto con algún escabio o algún faso. El humo, el vino, las bicicletas…la complicidad de algún guardia.) O el tren cuando lo secuestramos para ir a un recital o a la cancha… (Cuando los pibes rebalsan los estribos y las ventanas como espuma.)
Dos trenes: El tren como molde, como recipiente que encierra… (el tren cotidiano de los trabajos y el agobio). El tren derramado, desbordado por flujos deseantes, por ánimos alegres… (el tren festivo de la ruptura de la cotidianidad-cancha, recitales-)
(Esto no es algo tan fijo, se mezcla bastante con el andar del tren…)
En estas dos figuras, se presentan diferentes maneras de estar con los otros. Pareciera que en el vagón no estamos con los otros, nos chocamos con los otros.
Además aquel vagón como molde de nuestra cotidianidad, también pone en juego una economía de nuestros modos de estar con el otro. El momento de vagón como lugar donde se conectan nuestros estados de ánimos, disponiendo según sus conexiones o no, el resto de nuestro día. Algunos día creamos festividad, alegría, en aquel momento de hacinamiento al reconocer una molestia común, que a veces deriva en chiste y complicidades, y en otras, en agite colectivo. Algunas veces las caras de culo y las getas de dormido se conectan, y el choque y la presión de nuestros cuerpos devienen en alegría común, que nos permite reconocer una molestia compartida. Pero otros día podemos cagarnos a puteadas, chocarnos y expulsándonos, siendo indiferentes entre nosotros mismos, derivan en cuerpos que autogestionamos nuestros dolores.
Cuando rebalsamos del tren, nuestros nervios cuelgan a flor de piel, disponiendo diferentes mapas de cada viaje, poniendo en juego cada momento de vagón…
Un lugar –el vagón- en que vemos que una barra de energía al costado de nuestra visión de pantalla (como en un video-game de aventuras…) va marcando el tiempo de soportabilidad del otro (el tiempo dispuesto para el otro)…Esos lugares de la precariedad desbordan la capacidad de estar con el otro. Pero no siempre esta proximidad tiene que ser reactiva. El otro siempre es una posibilidad. Su presencia o ausencia abre nuevos modos de estar. (Recuerdan esa imagen del film Bailarina en la oscuridad en que la protagonista en medio de la rutina de trabajo en una fábrica -rutina de cadena de montaje- imagina que empieza a bailar con todos sus compañeros…De los cuerpos estáticos en la cadena de montaje al musical de los cuerpos libres…)
...el "otro" amenazante está penetrando mi burbuja... me querrá tajear la cartera? ¿Me está apoyando? ¿Me toca el orto o me punguea? En esta lógica cuidarse duele, es cerrarse con el cuerpo duro e inmóvil...
ResponderEliminarEl tema es salirse de uno mismo y de la propia "security". Cambiar la mirada y buscar lo que nos identifica, cuál es el viaje que compartimos y nos aglutina, hacia dónde vamos, o en dónde nos quedamos.
Encontrar eso de lo cual somos parte, sean los colores, sean los acordes, sea el laburo malpago que nos obliga a viajar como vacas.
“YO SOY EL OTRO” como dicen los vecinos de Villa Mitre. Trascenderse y encontrarse en el nosotros, pensarse muchos...
Gracias Vera -una vez más- por continuar el diálogo. Actualizando el sentido de estos parajes: conectarnos y pensarnos en esos que nos afecta y que por suerte no es un "problema individual".
ResponderEliminarInscribiendonos en tu reflexión: El tema es salirse de uno mismo y de la propia "security". Deleuze decía que "pensar es estar en guerra con uno mismo". Alegra saber que estas guerras se emprenden de a muchos...(y en cada entrada al blog o en cada encuentro virtual o real nos alegra recibir "los partes de guerra" de esas luchas contra los anquilosados si-mismos). En cada una de estas micro-batallas (cuando fugamos/viajamos en tres, ensanchandonos en las fiestas "generacionales", o interviniendo con un textito en un blog)nos potencia sabernos muchos (pensarse muchos), y festejamos estos choque de copas con otros nómades de la epoca. (brindis con los amantes)...gracias nuevamente.
En otro orden de cosas te comento que estamos craneando/armando un taller sobre indiferencia. Si te copa la cuestión envianos un mail, y te mandamos la fundamentación. Seguramente por estas semanas - no vamos a ser los únicos- estaremos secuestrados animicamente por la experiencia mundialera. (Inaguramos nueva sección: Desde el banco de suplentes, para tomarnos la presión entre varios).
Abrazos...