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Muchos barrios y vidas populares se blanquearon durante la década ganada. Se viene un gobierno de blancos, sí. Pero ese gobierno se incubo desde abajo, se fabricó sensiblemente hace rato en lo profundo de los nuevos barrios: las elecciones del domingo visibilizaron a nivel político la vida mula, expresaron en la superficie pública el contrato existencial que millones de laburantes y vecinos no están dispuestos a romper: consumo + muleo + engorramiento. Eso es lo que querían Juan, Pedro y María: habitantes del centro de una ciudad blanca, laburantes del fondo de un barrio precario, lo mismo da: votantes emergentes de una reorganización de la vida barrial, urbana y social, votantes que exponen obscenamente un modo de valorizar la vida, votantes que padecen el terror anímico y la intranquilidad permanente, y que están dispuestos a lo que sea para sostener el precario (o no) orden propietario que supieron conseguir.